


En Edimburgo he sacado fotos con mi antigua Flexaret de 6x6.
He recuperado la magia del analógico.
La ilusión y la sorpresa al llevar el carrete a revelar.
Cada disparo vuelve a ser una foto, el negativo conserva aquella luz, aquel instante,
lo puedo ver cuando lo pongo al trasluz en mi ventana...
está ahí, es mio,
mi pequeño tesoro.
Aún me quedan tres carretes por revelar...